Emol compartió con uno de los responsables de fiscalizar que el mayor número de personas pague su pasaje en el sistema de transporte capitalino. Conozca acá su experiencia.
Por Eric Ulloa Morales, Emol, Sábado 24 de Marzo de 2012.
SANTIAGO.- 18:27 horas. Parada 8 de Cal y Canto. "Hey, baja. Si te dejo pasar, soy yo el que tiene el problema"... "Cállate vo'h, soy terrible picao' a choro! No me busquí' si no te voy a pegar (sic)".
Claudio González Quiroga tiene 24 años, estudia Preparación Física y trabaja como guardia anti evasión del Transantiago, tras haber dejado la Escuela de Infantería de Marina por problemas familiares.
"Fuimos seis los que partimos. Mi actual jefe me llamó para ofrecer el trabajo y me pidió que participara en el proyecto. Así empezó a reclutar al resto de los que trabajamos, que en un porcentaje importante son ex uniformados", cuenta.
La empresa a la que hace mención es CES, contratada por la operadora SuBus para resguardar los distintos paraderos donde opera el Troncal 2 en la zona norte y sur de Santiago, y lograr que el mayor número de personas pase su tarjeta Bip! por el validador, con tal de reducir las pérdidas del sistema.
"Siempre va a haber gente que no va a pagar su pasaje. La idea es crear conciencia. La gente tiene en la cabeza el no pagar. De hecho hay algunos que pagan y aún pasan por abajo", afirma González.
En el paradero trabaja junto a otros tres fiscalizadores que deben lidiar con personas y situaciones muy complicadas. "Uno a veces se agarra con la gente, pero tenemos que evitar la confrontación", sostiene, mientras es interrumpido por un vendedor de dulces que le hace una sugerencia: "A los que no pagan, péguenle en el hocico no más".
Marcha blanca
Concretada la firma del nuevo contrato con el Ministerio de Transportes, que establece pagos sólo por pasajero transportado y que obliga a los concesionarios a encargarse de la evasión -que el año pasado alcanzó el 21%-, la empresa SuBus comenzó el 09 de enero una marcha blanca en algunos paraderos de las líneas 200 (Troncal 2), que desde el 01 de marzo ya es oficial.
"Al principio era complicado, la gente se molestaba porque esperaban mucho rato y uno -más encima- les exigía que pagaran (...) Nos comprometíamos físicamente. Pero siempre había una persona más antigua que trataba de apaciguar todo y explicarles cómo era el sistema", recuerda.
"Me pasó una talla cuando empezamos. Estábamos fiscalizando afuera de la Clínica Alemana y cinco tipos intentaron 'reventar' (abrir puertas a la fuerza) una máquina. Los traté de parar y me fueron a pegar; me defendí con lo que pude y arranqué. Otra vez, también me empujaron, escupieron, pero siempre me aguanté (...) Depende de la personalidad del fiscalizador (...) Pero ahora ha cambiado, la gente está entendiendo", agrega.
"A esto se suma que uno tiene que mantener una familia. A mi señora no le gusta que trabaje aquí. Dice que es arriesgado. Piensa que voy a pelear, pero ellos están primeros. Pero si alguien se pone pesado, en silencio me pongo al lado de él, aprovecho mi estatura (1,86 m.) y trato de solucionar los problemas".
"Rumpy"
Todos los días, González viaja desde su casa en La Granja hasta la zona que le corresponde dependiendo del turno (06:30 a 14:00 ó 14:00 a 22:00 horas). "Cuando me toca en la mañana salgo a las 04:00 de mi casa hacia La Pincoya... pero lo vale. Es agradable", asegura, mientras saluda a una señora mayor con un "hola mamita".
Atento a la primera de las cuatro puertas del bus 216, confiesa que "nunca" imaginó trabajar como guardia del Transantiago, pero que le agrada su trabajo, sobre todo, por la familiarización con algunos de los pasajeros.
"Se repiten las caras. Todos los días es la misma gente, algunos nos cuentan sus problemas (...) Hay hartos que son regalones... cuentan de todo: problemas maritales, que la señora; que anoche dormí afuera, en el patio, en el auto... se entabla buena relación con la gente. A veces traen cositas, bebidas, jugos, pero uno trata de no aceptar porque no corresponde... pero insisten", dice entre carcajadas.
Y cuando la hora peak está a punto de terminar, Claudio reflexiona: "Es de esperar que la mayor cantidad de personas asuman que deben pagar. Esto será un proceso de largo plazo, ya que la evasión no se va a acabar y siempre va a haber gente que se aproveche. Es un trabajo largo, por lo que nos da una estabilidad laboral".
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