Lo primero que salta a la vista es el gran monto de los recursos programados. De aprobarse en su forma actual, significaría que la reforma hasta ahora más importante en términos de recursos del actual gobierno -equivalente a 10 veces el costo de la eliminación del siete por ciento a jubilados, y a siete veces el ingreso ético familiar- sería "parchar" una política pública desastrosa diseñada e implementada en los dos gobiernos anteriores, en vez de forzar a que ella sea corregida de modo sustancial. Esto, porque se estaría dando un subsidio cuantioso a un sistema que sigue incentivando el uso del automóvil, ya que no entrega un servicio que pueda ser bien calificado por sus usuarios, pese a los mejoramientos introducidos. Llama también la atención el plazo por el que se extendería este gasto -hasta 2022- sin que se den garantías de que durante ese lapso se lograrán avances significativos en la calidad del servicio.
Otro aspecto negativo es la mantención de los "fondos espejo" a las regiones, ya que se traduce en entrega de recursos sin que medie ningún mecanismo que establezca un uso socialmente eficiente de gastos cuyo financiamiento no está en absoluto claro. Es preocupante, por ejemplo, que el proyecto de ley mencione el sistema ferroviario de pasajeros como un destino posible, cuando en general todos los análisis técnicamente sólidos coinciden en la escasa rentabilidad social de semejante idea.
El Ejecutivo ha justificado este subsidio por las externalidades positivas que genera el transporte público. El argumento es válido, pero exige primero dimensionar el valor de tales externalidades, no sólo en Santiago, sino también en las regiones.
Se ha afirmado también que se trata de un subsidio focalizado, ya que el transporte público es usado mayoritariamente por sectores de bajos ingresos. En tal caso, sería preferible acentuar la focalización por medio de un subsidio directo a esos sectores más vulnerables, mecanismo que es factible a través de la propia tarjeta Bip. Parece cuestionable que se destine a un sistema de transporte público muy deficiente -quizá insanable- una cantidad de recursos que podría aliviar en su totalidad el problema de la pobreza en Chile.
Banco Central mantiene la tasa de política monetaria
En un ámbito distinto, y acorde con las expectativas del mercado, el Banco Central mantuvo su tasa de política en cinco por ciento anual. En esta decisión pesan un dinamismo interno que claramente supera las expectativas de hace un par de meses, junto con un clima externo que sigue siendo muy incierto -factores ambos que juegan en sentido contrario en cuanto a la decisión de subir o mantener esta tasa-. El nivel actual de la misma parece expansivo si se considera que la presente inflación y la esperada para diciembre se mantienen más cercanas a cuatro que a tres por ciento anual, lo que hace probable que el instituto emisor deba avanzar hacia una instancia más neutral en los próximos meses.
Sin embargo, y dado que las expectativas inflacionarias de mediano plazo se mantienen alineadas con la meta, el Banco Central cuenta aún con un margen de tiempo para tener más claridad sobre el efecto de las nuevas turbulencias que se están desarrollando en Europa, centradas en los problemas de España.
Llama la atención, en todo caso, el hecho de que el comunicado oficial mostrara cierto sesgo más bien neutral de la política monetaria, en circunstancias de que el escenario más probable es el de alza de la tasa.
Llama la atención, en todo caso, el hecho de que el comunicado oficial mostrara cierto sesgo más bien neutral de la política monetaria, en circunstancias de que el escenario más probable es el de alza de la tasa.
Chile, ¿la segunda economía más rica de la región?
En su informe "Perspectivas para la economía mundial", el FMI redujo su estimación de crecimiento para Chile en 2012, de 4,5 a 4,3 por ciento, mientras subió la estimación para la región de 3,5 a 3,7 por ciento. A pesar de que la cifra para Chile parece pesimista si se compara con las estimaciones de los agentes locales, en términos de PIB per cápita corregido por paridad de poder de compra, llegaríamos a un nivel de 18 mil dólares, muy cercano al de Argentina, ocupando el segundo lugar de la región. Éste es un resultado meritorio en un horizonte de largo plazo, si consideramos que en 1990 ocupábamos el sexto lugar, después de México, Venezuela, Brasil, Uruguay y Argentina.
Destacable también es el hecho de que de acuerdo con las estimaciones del Fondo, en 2017 alcanzaríamos un nivel de PIB per cápita de algo más de 23 mil dólares, establecido como el umbral del desarrollo.
La meta parece cercana, lo que hace recomendable no desviarse del camino que nos condujo hasta este punto. Ahora que surgen a menudo voces condenando el esquema seguido, es bueno mirar globalmente los importantes logros alcanzados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario